Y era el límite entre el gusto que se siente por la forma de ser de alguien y aquel que genera atracción y deseo. Eran dos personas distintas, lejanas, diferentes, que aunque pudieron una vez charlar sentados frente a frente, desearon conocerse más al conversar sentados con los cuerpos muy, muy distantes y las miradas dirigidas a rumbos diferentes.
Ambos con compañía, ambos encantándose, los cuatro quizás queriendo quererse toda la vida. Ella, emocionada al encontrarle y pasmada ante las frases que Él algunas veces decía, contándose cosas personales, íntimas y hasta cosas tontas que terminaban en sonrisas y frases locas, que arrancaban mas de una risa y quizás una carcajada.
Al encontrarse una vez, ya cara a cara, se dejaron llevar por sentires indescriptibles que acarrearon por deseo mutuo, ganas de aguantar la respiración en un túnel, ciegos y con abrazos delicados, juegos calmados, miradas y palabras silenciosas, besos cortos, besos largos, asustados y atrevidos. Todos, todos, momentos indelebles para ambos, sueños y proyecciones que Ella, en un momento prefirió ahuyentar, y Él, aunque a veces rendirse quería, un hilillo de esperanza o que sería, le hacía insistir.
Bajaban las armas al verse envueltos y se dejaban llevar por sus cuerpos y un sin fin de sentimientos incomprensibles por la razón, volvían al túnel, ciegos, con los relojes atascados, y sus manos con lápiz y papel sobre el pecho, escribiendo páginas y páginas de una historia que pocos conocían, relatos acusados por sus actos y negados si es que resaltaban las líneas escritas en letra cursiva o entre comillas.
-¿Qué harías si te besara?-le dijo Ella un día
-Te besaría también- respondió Él
Ambos con compañía, ambos encantándose, los cuatro quizás queriendo quererse toda la vida. Ella, emocionada al encontrarle y pasmada ante las frases que Él algunas veces decía, contándose cosas personales, íntimas y hasta cosas tontas que terminaban en sonrisas y frases locas, que arrancaban mas de una risa y quizás una carcajada.
Al encontrarse una vez, ya cara a cara, se dejaron llevar por sentires indescriptibles que acarrearon por deseo mutuo, ganas de aguantar la respiración en un túnel, ciegos y con abrazos delicados, juegos calmados, miradas y palabras silenciosas, besos cortos, besos largos, asustados y atrevidos. Todos, todos, momentos indelebles para ambos, sueños y proyecciones que Ella, en un momento prefirió ahuyentar, y Él, aunque a veces rendirse quería, un hilillo de esperanza o que sería, le hacía insistir.
Bajaban las armas al verse envueltos y se dejaban llevar por sus cuerpos y un sin fin de sentimientos incomprensibles por la razón, volvían al túnel, ciegos, con los relojes atascados, y sus manos con lápiz y papel sobre el pecho, escribiendo páginas y páginas de una historia que pocos conocían, relatos acusados por sus actos y negados si es que resaltaban las líneas escritas en letra cursiva o entre comillas.
-¿Qué harías si te besara?-le dijo Ella un día
-Te besaría también- respondió Él
Ambos, sin decirlo, desde ya comenzaron a aguantar la respiración y pedir su deseo, mientras el tren inesperado los llevaba a través del túnel, ajenos a todo mundo que no fuera el suyo, esperando que alumbre la luz para poder verse de nuevo, reconocer y recordar sus rostros, los rostros de las personas de al lado, y forjar, si es que les era posible a ambos, un solo sendero.